miércoles, 29 de agosto de 2012

Que afortunados somos ...


Viendo los últimos acontecimientos que se están sucediendo con el caso de los niños de Córdoba (Ruth y José), me viene a la memoria un comentario que hace algún tiempo me hizo un viejo amigo y que se refería a la suerte que hay que tener con la familia que te toca.

Y es muy cierto, porque estos niños no han tenido nada de suerte con la familia (y en este caso con el padre biológico, por llamarlo de alguna manera) que les ha tocado.

Y es muy cierto, además, que es una cuestión de suerte o de mala suerte, dado que cuando venimos al mundo, no tenemos la oportunidad de elegir a nuestros padres, sino que es cuestión del azar (o quizá no lo sea, pero es algo que está por encima de lo que los humanos podemos entender).

De esa mala o buena suerte, depende nuestra vida en los primeros años, en la que nos encontramos a merced de lo que nuestros padres hagan con nosotros, dado que no tenemos ninguna capacidad de hacer y menos conocimiento para ello.

Posteriormente y a la vez, de ellos también depende la educación y los valores que nos arraiguen y que van a marcar el devenir de nuestras vidas para lo bueno y para lo malo.

Para que luego nos quejemos de lo afortunados que algunos hemos sido, con las familias y los padres que nos han tocado.

Por eso el mejor legado que les podemos dejar a nuestros hijos, es que ellos también se sientan afortunados con los padres que les han tocado.

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